“La idea de lo sagrado es sencillamente uno de los conceptos más conservadores de cualquier cultura, porque siempre busca convertir a otras ideas –la duda escéptica, el progreso, el cambio– en crímenes.” Salman Rushdie
Hace ya dos años, la publicación de varias caricaturas del profeta Mahoma en buen número de periódicos (primero en Dinamarca, como una broma, y luego en otros países, como un acto de desafío), provocó la santa ira de ciertos grupos islamistas. Ahora, después del arresto de tres sospechosos acusados de querer asesinar al caricaturista Kurt Westergaard, algunos periódicos daneses han decidido publicar nuevamente esos dibujos para demostrar el derecho esencial a la libertad de la palabra o, en este caso, del ícono.
Los matones extremistas han logrado amedrentar hasta al propietario del hotel donde se alojaba Westergaard con su mujer, quienes fueron echados a la calle. Mientras tanto, en Suecia, el autor de otras caricaturas similares, Lars Vilks, ha tenido que dejar su casa en Malmö porque los mismos extremistas han puesto un precio astronómico a su cabeza. Curiosamente, la fe religiosa de estos creyentes, que se supone incólume, parece verse amenazada o comprometida por una mera pincelada o unas pocas palabras torpemente humanas.